Autor: MAIZAR / Fecha: 25/09/08
Biogás: Una alternativa valiosa para sostener el crecimiento
Nuestro país debe fomentar el desarrollo de la industria de biogás ya que cuenta con los recursos necesarios de biomasa húmeda y con una demanda interna de combustibles insatisfecha.
En los últimos años se produjo un profundo cambio en la conciencia energética. Surgieron limitantes para la utilización indiscriminada de los combustibles fósiles y se comenzó a explorar la posibilidad de disponer de formas alternativas de energía. Con el transcurso del tiempo, las necesidades de energía del hombre moderno fueron siendo cubiertas por la existencia de cuatro cadenas: generación de electricidad, transporte, industria y hogar. La complejidad y sofisticación de estas cadenas fueron desarrolladas con enormes esfuerzos durante muchas décadas y sobre la base fundamental de la existencia de combustibles fósiles. Ahora, estas cadenas de valor deben ser modificadas o adaptadas para incorporar nuevas formas de energía que sean sustentables en el tiempo.
El recambio, y la velocidad con la que se necesitan, enfrentan al ser humano a uno de los desafíos mayores de la historia, que implica la producción de enormes cantidades de energía así como de los alimentos necesarios para incorporar a todos los habitantes que hoy no pueden acceder a ellos. Al mismo tiempo se deben cuidar y mejorar los ecosistemas, evitando las consecuencias apocalípticas causadas por la quema de combustibles fósiles.
En la búsqueda de alternativas, el biogás surge como una posibilidad valiosa para nuestro país. Este material combustible, es una mezcla de gases cuyos componentes principales son el metano y el dióxido de carbono y se produce como resultado de la fermentación de la materia orgánica en ausencia de aire por la acción de un grupo de microorganismos. En la naturaleza encontramos una gran cantidad de materia orgánica a partir de la cual puede producirse biogás: los cultivos energéticos, los desechos provenientes de animales domésticos como vacas, cerdos y aves, residuos vegetales como pajas, pastos u hojas secas y las basuras domésticas.
La fermentación controlada se produce en biodigestores que pueden ser muy avanzados y de gran tamaño o pequeños y simples, dependiendo de la cantidad de gas que se quiera obtener y el destino que se le dará. Por ejemplo, un biodigestor de 2m3 puede abastecer de gas a una vivienda y satisfacer sus necesidades de calentamiento de agua, cocina y calefacción, permitiéndole ahorrar una gran cantidad de dinero y mejorando su calidad de vida porque, en muchos casos, la quema de combustibles fósiles en los hogares que están fuera de los circuitos de energía moderna causa un daño muy grande debido a los humos tóxicos que se liberan. Un biodigestor de 100m3 podría generar gas suficiente para hacer funcionar un grupo electrógeno y generar electricidad para una fábrica.
Una de las ventajas del biogás es que puede sustituir al gas natural y por lo tanto utilizarse en las redes existentes. Puede usarse en las turbinas de gas para producir electricidad o como combustible para el transporte, después de un proceso de purificación. Además sirve para producir electricidad y calor en plantas combinadas.
La producción de biogás es posible en aquellos países que poseen una gran cantidad de materia orgánica y se está desarrollando a gran velocidad en la Unión Europea, China, India, Brasil y otros países, para obtener energía de fuentes renovables en forma económica. En muchos países se produce a partir de residuos orgánicos residenciales. Así resuelven uno de los grandes problemas que tienen las ciudades para deshacerse de sus basuras residenciales orgánicas y reducir la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera. La proporción de metano y dióxido de carbono, dos de los principales gases de efecto invernadero, contenida en el biogás varía de acuerdo a la materia prima que le da origen. El otro camino para producirlo es en aquellos países, como la Argentina, que tienen capacidad para desarrollar cultivos energéticos como el maíz.
Nuestro país, gracias a sus excelentes condiciones agro-ecológicas, es uno de los pocos países donde se podría producir biogás a partir de silaje de maíz a un precio competitivo. Tenemos una gran cantidad de tierras cultivables y nuestros costos de producción de maíz están entre los más bajos del mundo. Además tenemos la ventaja de ser un país que ya tiene toda su red de gas implementada.
En Alemania vienen alentando la producción de biogás desde la década del ’80. Comenzaron desarrollando pequeñas plantas muy artesanales que utilizaban como materia prima a la bosta de los animales. Su idea en esa época era autoabastecer de electricidad a las fincas y aumentar la calidad del fertilizante que resulta de la bosta ya que el mismo proceso que se utiliza para la generación de biogás genera un residuo que es un excelente fertilizante. A fines de los ’90, Alemania sancionó una ley que subsidiaba la producción de energía a partir de fuentes renovables, que condujo a la transformación de aquellas plantas artesanales en las nuevas industriales que existen hoy.
La Argentina no está cubriendo su demanda interna con las importaciones de gas y está importando gasoil o fuel oil para alimentar usinas térmicas que deberían funcionar a gas. También estamos importando gas natural licuado y cortando el suministro de gas a industrias, en forma rotativa, para mantener abastecida la demanda urbana. Argentina importa desde Bolivia alrededor de 2 millones de m3 de gas por día, y con 80.000 hectáreas de maíz se podrían producir 700 millones de m3 de biogás para cubrir las importaciones de todo el año.
Al mismo tiempo, la demanda de gas sigue aumentando al compás del crecimiento de la población y la economía. Las reservas de gas natural no pueden sostener los compromisos internos y externos y menos aun el crecimiento de la demanda. Por lo tanto, ante esta imposibilidad de disponer de gas, tanto de fuentes en Argentina como de Bolivia, pareciera que la mejor alternativa para anticiparnos al crecimiento futuro y cumplir con los compromisos que tenemos con Chile, Uruguay y Brasil, está en comenzar a desarrollar fuentes renovables de gas.
Por las circunstancias expuestas y visto el desafío energético que tiene nuestro País, en MAIZAR proponemos que se encare un emprendimiento de gran envergadura con el objetivo de que cerca de medio millón de hectáreas de maíz sean cultivadas para la producción de biogás. Con esta cantidad podríamos abastecer alrededor de un 10% del consumo total de gas natural en Argentina y desarrollar nuevas fuentes de empleo e ingresos para las familias agrícolas.