Autor: MAIZAR / Fecha: 21/01/14
MAIZALL: “Alianzas para un mundo con maíz”
La cadena de valor del maíz y del sorgo constituye un pilar fundamental para el desarrollo de nuestro país. Ambos cereales contribuyen positivamente a la actividad económica y las exportaciones y tienen un impacto significativo en la generación de empleo, los ingresos fiscales y la sostenibilidad del sistema productivo. De ahí que la única manera de aumentar nuestros aportes a la sociedad sea mediante la generación de riqueza a partir del incremento en la producción de materias primas y sus subproductos.
El mundo nos presenta una gran oportunidad para producir aquellos productos cuya demanda crecerá exponencialmente en el futuro. Por lo tanto, aumentar la producción sustentable de alimentos y energía es de vital importancia. A medida que la población y la economía crecen, la clase media mundial se expande rápidamente. Se espera que la población mundial aumente más de un 30% durante los próximos 40 años, de 7 mil millones a más de 9 mil millones en el 2050. Este aumento de la población y del poder de compra conducen a una demanda cada vez mayor de maíz y otros ingredientes alimenticios a medida que mejoran las dietas en todo el mundo.
Sin embargo, esta oportunidad de crecimiento viene acompañada de una serie de amenazas. Muchas de ellas tienen que ver con la comunicación. Desde hace varias décadas el comercio de productos agropecuarios se caracteriza por el proteccionismo y la fijación de barreras cada vez más elevadas, costosas y complejas. Se están creando hoy nuevos instrumentos sofisticados, que en muchos casos no tienen sustento científico alguno, con el objetivo de fundamentar el proteccionismo comercial y frenar el desarrollo agropecuario y bioenergético.
Desde distintos ámbitos se envían mensajes que indican que cualquier actividad agrícola, ganadera, forestal o agroindustrial en un país en desarrollo tiene como consecuencia la destrucción del ambiente y no su cuidado o mejora para futuras generaciones. Esto se ha intensificado en los últimos años a partir de la aparición de la biotecnología, del aumento de la demanda de proteínas vegetales y de los biocombustibles.
Luego de haber cultivado miles de millones de hectáreas y servido miles de millones de comidas, la biotecnología agrícola ha demostrado ser una tecnología sana para los seres humanos, los animales y el medio ambiente. No obstante, el tiempo necesario para llevar nuevas tecnologías de cultivo al mercado aumentó de manera irrazonable como consecuencia de retrasos en los procesos de aprobación tanto de los países productores como de los importadores.
Los productores de los países exportadores son capaces de aprovechar al máximo la creciente demanda de alimentos de mayor calidad mediante la adopción continua de la ciencia, mejores prácticas agrícolas y biotecnología. En los países que han adoptado la biotecnología se impulsó el rendimiento y la calidad de los granos, se conservó la tierra, el contenido orgánico y la humedad, y se mejoraron los réditos de los productores.
Por otra parte, la seguridad alimentaria es una prioridad para cada país. Los países pueden lograr la seguridad alimentaria sin ser autosuficientes al establecer relaciones y cultivar la confianza con países exportadores para que sean proveedores fiables a largo plazo de suministros alimentarios de calidad.
Los retrasos técnicos y políticos de la aprobación de nuevos eventos biotecnológicos siguen creando interrupciones reales y potenciales del comercio. Existe una necesidad fundamental para que los gobiernos de todo el mundo vuelvan a examinar cómo se regulan los productos derivados de la biotecnología. Con ese objetivo, con el compromiso de todos los integrantes de la cadena, el año pasado comenzamos a mantener reuniones con las Asociaciones de Maíz de Estados Unidos y Brasil para articular un frente común que nos permita trabajar en conjunto para comunicar los beneficios de la agricultura moderna y abordar las barreras mundiales al comercio y los obstáculos a la introducción de nuevas tecnologías agrícolas, particularmente la biotecnología.
En virtud de ello y luego de un largo trabajo de entendimiento, el pasado 14 de mayo, en el Congreso MAIZAR 2013 “Alianzas para un mundo con maíz”, las organizaciones vinculadas con la producción de maíz de Brasil, Estados Unidos y Argentina (Abramilho, National Corn Growers Association, US Grains Council y Maizar) hemos formalizado la creación de la Alianza Internacional de Maíz, llamada “MAIZALL”, con el objetivo de colaborar en el ámbito mundial para comunicar los asuntos clave relacionados con la seguridad alimentaria, la biotecnología, la protección del ambiente, el comercio y la imagen pública de los productores.
Como países exportadores de maíz cuyos productores adoptaron ampliamente los materiales genéticamente modificados, Argentina, Brasil y Estados Unidos enfrentan muchas de las mismas barreras a la venta mundial de maíz y productos derivados del maíz. Es clave transmitir a los consumidores los beneficios de la biotecnología y otros elementos de la producción agrícola moderna, para así reducir la aprobación asincrónica de eventos biotecnológicos en todo el mundo.
Las bases están dadas: entre los tres países originamos el 50% de la producción mundial de maíz y representamos más del 70% del comercio mundial, contamos con muy buenos suelos, productores entre los más eficientes del mundo, la tecnología más avanzada y un gran impulso industrial y comercial. Todo está listo para multiplicar el negocio actual.