Autor: Escribe: Gastón Fernández Palma / Fecha: 21/01/14
Maíz: El recurso renovable más valioso del planeta
El maíz es mucho más que un alimento. Hoy es también la fuente de energía renovable más importante del mundo. En los últimos años, por su valor como forraje, biocombustible y materia prima para una creciente cantidad de industrias y para nuevas tecnologías como los bioplásticos, se transformó en el grano más cultivado en el mundo. Se produjeron 590 millones de toneladas en 2000 y se alcanzó el pico máximo de producción en 2013 con 965 millones de toneladas, un 63% de aumento. Además, es un cultivo estratégico para el desarrollo de los países por su capacidad para generar empleo, inversiones, desarrollo regional y por las innumerables oportunidades de crecimiento y progreso que ofrece, tanto en los países que lo producen en gran cantidad, como en aquellos que deben importarlo para abastecer sus industrias.
El mundo atraviesa un vertiginoso período de cambios. La economía mundial crece e incorpora cada vez más personas a la clase media. El mayor poder adquisitivo de la población impacta directamente sobre la demanda de energía y alimentos. Al mismo tiempo, se espera que de aquí a 2050 la población aumente de los 6.900 millones actuales a más de 9.000 millones. Según estimaciones de las Naciones Unidas, el 98% de ese desarrollo se dará en el mundo en desarrollo y emergente. Mientras tanto, el aumento rápido y continuo de la utilización de energía procedente de combustibles fósiles sigue afectando los ecosistemas.
En este contexto, el concepto de bioeconomía comprende las claves para el desarrollo futuro y surge de la necesidad de continuar con el desarrollo sostenido. Nuestro país está en una posición particularmente ventajosa tanto para contribuir como para beneficiarse de la bioeconomía emergente. Es bien conocida nuestra inmensa riqueza en recursos naturales –particularmente, tierra, agua y biodiversidad- de creciente valor estratégico para un mundo que hace un mayor uso de los recursos y procesos biológicos como base para sus actividades. Además, somos un reconocido y eficiente productor de biomasa de diversos tipos y tenemos una importante experiencia en cuanto a la utilización de las nuevas biotecnologías en los procesos productivos, que nos han representado importantes beneficios económicos, sociales y ambientales.
La producción agroindustrial moderna tiene una gran capacidad para resolver ciertos problemas sociales como la falta de empleo. Pero también ha evolucionado hacia un mejor cuidado del ambiente, disminuyendo las emisiones de gases de efecto invernadero o utilizando productos con menor impacto ambiental. Mirando el futuro no cabe duda que la bioeconomía será una opción cada vez más relevante para enfrentar los desafíos que se anticipan y la Argentina está en camino de ser un actor importante.
No obstante, para seguir creciendo sosteniblemente es indispensable generar alianzas entre países y comenzar a trabajar conjuntamente para transmitir que la agricultura moderna, como la que se lleva a cabo hoy en la Argentina y que está en pleno proceso de desarrollo gracias a las nuevas tecnologías, es mucho más amigable con el medio ambiente. Con este objetivo, en 2013 presentamos la Alianza Internacional de Maíz, MAIZALL, junto con nuestras contrapartes de Brasil y Estados Unidos. El trabajo que desarrollaremos desde este espacio será muy importante en el futuro dado que las barreras al comercio y los argumentos en contra del uso de la tecnología moderna para la producción de grano de maíz y los productos de su transformación son cada vez más significativos y basados en justificaciones cada vez más complejas como el principio precautorio, la teoría del cambio en el uso de la tierra o el etiquetado, entre otras, que se intentan fundamentar con argumentos ambientalistas que en muchos casos no tienen sustento científico alguno.
Va a llevar un gran trabajo poder alimentar, vestir y proveer de energía y otros materiales a un mundo que crece. Es indispensable que comprendamos cuáles son nuestras responsabilidades. A través de nuestras entidades o asociaciones debemos lograr la mejor interacción posible con las agencias gubernamentales y los cuerpos legislativos del país y del mundo. En conjunto tenemos que derribar las barreras internacionales y desarrollar alianzas y estrategias entre los sectores productivos para poder continuar avanzando con el desarrollo tecnológico, que es el único camino para producir más con menos.
Tenemos que fortalecer nuestras instituciones, volver a pensar en el largo plazo y continuar con el diálogo y la búsqueda de consensos, tanto entre los diferentes sectores de la economía como entre el sector privado y el público. Vemos que la economía argentina comienza a mostrar algunas dificultades como el nivel de inflación, los diferentes tipos de cambio o la escasez de divisas en el mercado interno, la carga fiscal, las barreras a las exportaciones, etc. Esto implica un gran desafío para nuestro sector y para nuestra cadena de valor, que tiene una gran capacidad para generar divisas, exportaciones y empleo, pero al mismo tiempo un gran reto para convencer a los tomadores de decisiones y a nuestros conciudadanos del valor que tienen las actividades que desarrollamos.
Quienes integramos MAIZAR creemos que es fundamental seguir consensuando estrategias y acciones para superar las barreras para el corto, mediano y largo plazo que se interponen al desarrollo de esta cadena de valor y que necesitan políticas activas y claras que corrijan los efectos distorsivos que afectan la competitividad del sector más activo de la economía y el de mayor saldo de balanza comercial. La respuesta a las reglas claras y señales positivas será inmediata y desatará el verdadero potencial productivo del maíz, con beneficios para toda la cadena y la sociedad en su conjunto.