Autor: Cr. Víctor Accastello - Asociación de Cooperativas Argentinas C.L. / Fecha: 25/01/11
Cuando a inicios del siglo pasado nacían en el país las primeras Cooperativas de productores agropecuarios, les habría resultado muy difícil a aquellos inmigrantes fundadores imaginar el sistema asociativo actual con múltiples negocios y servicios interrelacionados, que reconoce como principal fortaleza el vínculo social entre cincuenta mil productores pequeños y medianos radicados en su gran mayoría en las provincias pampeanas, y que están asociados en unas doscientas cooperativas primarias, las cuales a su vez son las dueñas de la Asociación que las nuclea.
La fuerza del conjunto, le ha permitido a esas decenas de miles de productores agropecuarios llevar adelante con éxito sus empresas individuales, y sin resignar su autonomía en la toma de decisiones empresariales, han sabido organizarse para aprovechar las ventajas que depara la economía de escala, mediante la oferta al mercado de mayores volúmenes de granos y demanda de mayores cantidades de agroinsumos, con el fin último de defender el valor de la producción, siendo eficientes a la hora de costear la cosecha.
El sistema asociativo agropecuario nacional puede ser asimilado a una cadena de agregados de valor, donde cada uno de los eslabones tiene un rol bien definido. Los productores agropecuarios constituyen la base del sistema, y son especialistas en producir con eficiencia los granos y la carne bovina. Las Cooperativas primarias son las entidades que los aglutina socialmente, y les dan soporte logístico, comercial, técnico y financiero. La Asociación constituida por las cooperativas, es el ente que proporciona los mercados internos y de exportación, logística en puertos, investigación y producción de agroinsumos, y la industrialización de los granos y la carne, liderando aquellos emprendimientos que requieren mayor necesidad de capital.
En muchas localidades del interior del país, las Cooperativas constituyen la referencia obligada en materias de precios de agroinsumos y condiciones de comercialización de los granos y carnes. Por su parte, la Asociación, trabaja para brindar el mejor valor para la producción obtenida por los productores asociados a aquellas. Fue pionera en abonar un premio por tonelada de maíz duro colorado producido bajo estrictas normas de trazabilidad para su destino europeo, a partir de una semilla investigada y desarrollada en su propio criadero de híbridos. Ha sido y es defensora del mejoramiento de trigos de calidad industrial, desarrollados en su propio criadero de variedades. Es productora de agroquímicos y productos veterinarios bajo las más estrictas normas de calidad y cuidado del medio ambiente.
En materia de ganadería, la Asociación es innovadora en la propia producción de alimentos de nutrición animal, donde el “sistema de alimentación Ruter” es uno de los pilares de nuestra ganadería de alta rentabilidad, sistema basado en la generación de un rumen más temprano y eficiente para producir más carne y más leche para igual unidad de superficie, con más bienestar animal y mejor impacto ambiental. El sistema de agregado de valor funciona con eficacia, desde el productor que produce maíz y sorgo, la Cooperativa lo transforma en alimentos balanceados con suplementos vitamínicos y minerales desarrollados y provistos por la Asociación, los que sirven para alimentar la hacienda vacuna que cada vez más se termina en engorde a corral. En un futuro, el almidón de ese maíz y sorgo se podrá transformar en bioetanol – necesario para aumentar la oferta nacional de combustibles renovables y limpios – y el resto del grano (proteínas, aceites y fibras) se transformará en DDGS (granos destilados) con destino a la nutrición animal bajo una dieta bien balanceada.
Cooperativas con más de cien años de historia y casi noventa en la Asociación, pueden demostrar que la integración – necesaria en sus primeras épocas – se ha transformado en una oportunidad para generar más valor a la producción. Con sistemas organizacionales democráticos y de funcionamiento transparente, con formatos de comercialización equitativos entre los distintos actores, con la provisión de agroinsumos de calidad, con la transferencia de conocimientos en materia de agricultura de precisión, con el acceso a los avances de la biotecnología que debe ser remunerada en función de las mejoras de la rentabilidad, etc., el sistema cooperativo tiene un buen camino por recorrer, dentro del campo de la producción de agroalimentos, quizás el único de los grandes sectores de nuestro país que puede competir en forma exitosa con el resto del mundo.
Finalmente el mundo requiere cada vez más proteína animal. El maíz y el sorgo son dos cultivos necesarios para una agricultura sustentable. La transformación de estos granos en origen para producir más carne vacuna, más leche, más cerdos, más aves, es una tendencia irreversible. El sistema cooperativo debe asumir el rol que le corresponde para agregar más valor a nuestra producción. Es una oportunidad y a la vez, un interesante desafío.