Autor: Ing. Agr. Luis Máximo Bertoia (M.Sc., Dr.). Universidad Nacional de Lomas de Zamora. / Fecha: 25/01/12
Todas aquellas herramientas de manejo que tiendan a eficientizar el uso de los forrajes impactarán directamente en el resultado económico de la explotación ganadera, dado que el costo de la alimentación (forraje conservado) es uno de los de mayor incidencia en la producción. La maximización en la calidad del silaje de maíz, a partir de poder picar en el momento adecuado impactará necesariamente en los índices reproductivos de la explotación lechera, de cría y en la tasa de conversión en carne de los planteos de recría, invernada y engorde a corral.
Nuestros cálculos indican que un kg de materia seca de silaje de maíz obtenido bajo técnicas adecuadas del cultivo y de conservación, y con un correcto suministro a la hacienda, es posible obtener como valor promedio 1,4 l de leche o 135 g de carne. Bajo las condiciones actuales, con técnicas de manejo que no han alcanzado su optimización, se logran, en promedio, 1,1 l de leche o 120 g de carne con la misma cantidad de materia seca. Es evidente que ajustando solamente el manejo del cultivo, sin generar costos adicionales, es posible alcanzar incrementos en la producción animal que superen el 10 %.
Es evidente que la problemática más frecuente que encuentra el productor ganadero, en lo referido al cultivo de maíz con destino forrajero, se relaciona con las prácticas de manejo. Éstas tienen un gran impacto sobre el rendimiento y la calidad del cultivo. Muchas veces de mayor relevancia que las de índole genética. Un adelanto o un atraso en el momento de picado ideal se traduce en fuertes pérdidas, no solamente en el forraje cosechado, sino también en la calidad de la conservación. Durante este período, que transcurre desde que la planta completa de maíz alcanza el 70 % de humedad hasta que llega al 60 % de humedad, se conjuga el máximo rendimiento potencial compatible con la máxima calidad nutricional. Si se pica con una humedad mayor al 70 % se está resignando aporte del grano a la producción de materia seca. Esto significa pérdidas importantes en la calidad. Además se estaría transportando demasiada agua al silo, peso que se debe pagar. Por último, el ingreso de forraje con exceso de humedad trae aparejado pérdidas por escurrimiento de líquidos altamente nutritivos. Como consecuencia el productor se ve necesitado a realizar cortes en la bolsa para drenarlos, se genera entrada de aire que inhibe el correcto proceso de fermentación láctica favoreciendo el desarrollo de bacterias butíricas, causantes del deterioro del forraje conservado con la consiguiente caída de la calidad y de la palatabilidad. En consecuencia, menos leche o carne por unidad de materia seca. Si analizamos las consecuencias del atraso en la cosecha, se genera una fuerte caída de la calidad del forraje en el lote, ya que gran parte de los hidratos de carbono asimilables por el rumiante se transforman en compuestos más complejos (Más pared celular, más lignina), generando una caída en la digestibilidad, sobre todo en el componente vegetativo (Caña+hojas). Otra consecuencia es el endurecimiento del grano, que presenta dificultades para ser asimilado en su totalidad. Esta situación se ve agravada por la presencia de un pericarpio desarrollado, transformándose en una barrera que contribuye a limitar el total aprovechamiento del grano. Desde el punto de vista físico, un forraje con un contenido de materia seca superior al 40 % (Menos de 60 % de humedad) genera dificultades durante el proceso de compactación, impide una adecuada exclusión del aire dentro del silo produciendo el denominado efecto resorte. La dificultad en lograr rápidamente un estado de anaerobiosis dentro del silo trae como consecuencia un período más prolongado de respiración, con el consiguiente consumo de azúcares de altísima calidad por parte de los tejidos vegetales y bacterias aeróbicas, elevación de la temperatura de conservación y un silaje de baja calidad nutricional. Como en el caso anterior, menos leche o carne por unidad de materia seca.
El concepto básico a tener en cuenta es la calidad, que por sus características no es fácilmente medible. Como consecuencia, se debe profundizar sobre el correcto manejo del cultivo con el objeto de maximizar el rendimiento y la calidad, minimizando los costos de producción. Gran parte de los conocimientos generados en el cultivo para grano son aplicables para silaje. Queda pendiente generar nuevos conocimientos relacionados con las características propias de este destino.
En Argentina, a diferencia de otros países que han generado sus propios híbridos para silaje (Europa), la cosecha se realiza a través de contratistas. Frente a esta realidad, que permitió eficientizar parte del trabajo, no hay suficiente información acerca del ciclo para ensilaje (siembra - picado) en muchos híbridos, como así también la amplitud de la ventana ideal de picado (70-60% de humedad) de los disponibles. Es posible encontrar fluctuaciones muy importantes entre híbridos, con rangos de 10 a 24 días para una misma zona.
Al realizar la cosecha a través de contratistas, el momento de cosecha está altamente influenciado por la disponibilidad de éstos, que a su vez están condicionados por las condiciones climáticas, incurriéndose normalmente en pérdidas de calidad por atrasos en dicho momento. Consideramos muy importante contar con híbridos en los que la ventana de picado sea lo más amplia posible, denominándolos híbridos VA (Ventana amplia) o híbridos WW (Wide window).
El concepto de ciclo siembra - madurez de cosecha, denominado madurez relativa en híbridos graníferos, no permite realizar comparaciones confiables entre materiales pertenecientes a diferentes empresas. En híbridos sileros el concepto de ciclo siembra - momento ideal de picado, no siempre está disponible al productor, al igual que la amplitud de la ventana de picado. Como agravante, no existe una relación estrecha entre ciclos graníferos vs. forrajeros. Considerando el limitado conocimiento respecto a la incidencia que tendrían distintas prácticas de manejo en la productividad y calidad del silo de maíz resulta de interés desarrollar estudios que permitan generar alternativas de manejo de alto impacto técnico y bajo costo.
Las herramientas que posibilitan la optimización en el manejo de los recursos forrajeros contribuyen a mejorar el perfil tecnológico de dicha cadena de producción. En este sentido, las variables planteadas tienden a maximizar el conocimiento en el manejo del cultivo de maíz, tratando de lograr autosuficiencia económica en el establecimiento ganadero. Conociendo el ciclo siembra/emergencia-picado del híbrido a sembrar, el productor podrá acordar con el contratista una fecha más ajustada al momento óptimo de cosecha, basada en sustentos técnicos, es decir donde se conjuguen el rendimiento con la calidad.
Mediante los aumentos en la productividad por unidad de superficie ganadera, logrado a través del manejo eficiente del forraje, es posible mejorar la situación financiera de los intervinientes a lo largo de toda la cadena de la carne o de la leche, disminuyendo la brecha competitiva entre la ganadería y la agricultura, principalmente soja.