Autor: Ing. Rodrigo Troncoso / Fecha: 25/01/12
En toda la Argentina, el maíz, a través de diferentes maneras, puede convertirse en el integrador de las cadenas, permitiendo a las regiones, crecer, generar riqueza y agregar valor en origen. La provincia de Mendoza, nos permite llevar esta generalidad, a un ejemplo concreto, como caso existoso, y explicar de que manera, la producción ganadera, la producción de maíz, la industria de la carne y las políticas adecuadas de la provincia, logran un circulo virtuoso, que permite la generación de riqueza, y el agregado de valor en origen.
Mendoza, posee una producción anual de unos 150 mil terneros. El consumo de carne, en promedio, los últimos años, rondó en el equivalente a 400 mil novillos. La faena en la industria mendocina, se sitúo en el 2010, en unas 232 mil cabezas. Así pues, para salvar la brecha entre faena y consumo, ingresan a la provincia, el equivalente a unas 194 mil cabezas, como carne. Otro dato de la realidad de Mendoza, es que históricamente, el 90/95 % de los terneros mendocinos, se iban a recriar y engordar a las provincias vecinas.
Hasta aquí, datos estadísticos. A partir del 2005, Mendoza, empezó a trabajar en políticas activas de fomento de la producción de carne en las zonas bajo riego, al tiempo que el maíz, empezó a jugar un papel preponderante. Así pues, en la actualidad, tenemos otro dato relevante; en el 2011 se llegó a que el 18 % de la faena, provenga de animales terminados en la misma provincia. Es decir, unos 42 mil terneros (27 % de la producción de terneros), que antes se iban en la zafra hacia La Pampa, San Luis y Córdoba; hoy permanecen en la provincia generando riqueza en la zona. ¿Qué fue lo que permitió esto? La utilización estratégica del maíz. El 95% (sino es el 99%) de los animales terminados en la provincia, en las zonas bajo riego, utilizan maíz y silos de maíz.
De esta manera, se ha logrado generar un circulo virtuoso, donde el criador, encuentra la posibilidad, de vender sus terneros en su provincia, o porque no, recriarlos o engordarlos ellos mismos, pagando dicho servicio a terceros. Maíz propio, o traído de zonas cercanas, se agrega de valor, convirtiéndose en proteína animal. La industria local, encuentra mayor oferta de hacienda en la zona, para crecer en su faena, y buscar achicar la brecha entre la faena y el consumo, generando mayor empleo.
No hay discusión posible, las políticas activas de la mano de las herramientas tecnológicas, generan riqueza y un círculo virtuoso. Y cuando dicha riqueza está enfocada al crecimiento de las comunidades locales, se agrega valor en origen, y esto repetido en cada rincón del país, permite tener, no sólo un país rico, sino un país con valor agregado, es decir una Nación de Valor.