Autor: Alberto Morelli Presidente de MAIZAR – Asociación Maíz y Sorgo Argentino / Fecha: 25/01/13
En los días previos a una nueva campaña los empresarios agropecuarios nos vemos obligados a realizar un análisis exhaustivo de las múltiples variables internas y externas que se conjugan a la hora de definir qué cultivos vamos a sembrar y con qué paquete tecnológico.
El modo más común de realizar este análisis es utilizar al margen bruto como única herramienta de decisión, dejando de lado otras consideraciones que son de suma importancia para el desenvolvimiento global a mediano y largo plazo de la empresa agropecuaria. Un análisis económico integral debería considerar el impacto que tiene la inclusión de un cultivo de maíz de alto rendimiento sobre las demás actividades de la empresa. Hay que tomar plena conciencia que trabajamos con sistemas biológicos; y por lo tanto debemos conocerlos, entender su funcionamiento y utilizarlos de la manera más productiva, rentable y, sobre todo, sostenible.
Un sistema agrícola es sostenible cuando sus beneficios aumentan en el tiempo gracias a un uso eficiente de todos los recursos disponibles. En camino de diseñar esta estrategia el maíz es el cultivo más eficiente en la producción de grano y biomasa por unidad de recurso consumido. Además, la rotación de cultivos que incluyan cantidad y calidad de rastrojos es una herramienta indispensable para la sustentabilidad de los planteos agrícolas.
Para una agricultura sostenible el mejor socio para la soja es el maíz. Cuando el maíz participa de los esquemas de rotación se producen aumentos de rendimiento y estabilidad en los cultivos que lo suceden. Los lotes con rotación maíz/soja registran en todos los casos aumentos de rendimientos en la soja respecto de aquellos que no incluyeron maíz. Además, esas diferencias se hacen mayores a medida que la calidad del ambiente baja, arrojando un promedio a nivel país de 16% de rinde adicional. Por su parte, la soja es también un muy buen complemento del maíz porque ayuda en la limpieza de lotes con malezas perennes.
El incremento en el rendimiento de la soja sobre antecesor maíz es atribuido, entre otros factores, a que el maíz es altamente eficiente en la generación de materia orgánica y de cobertura del suelo por rastrojos, aumentando la eficiencia del uso del agua y disminuyendo el riesgo de estrés por su deficiencia, además de mejorar el balance de nutrientes y evitar pérdidas de suelo por erosión.
Además, la inclusión del maíz en la rotación, produce estabilización de la producción de los sistemas agrícolas a las variaciones ambientales, como quedó evidenciado nuevamente en esta campaña en aquellas zonas donde persistió la sequía por segundo año consecutivo.
La fecha de siembra juega un papel cada vez más importante. Año a año se viene afianzando la superficie sembrada con maíces tardíos, consolidándose como una nueva herramienta. El maíz es el único cultivo que ofrece estabilidad de rendimientos en siembras tardías. Habrá que tener en cuenta también, que una mayor área de siembra con maíces tardíos, cambia la dinámica de comercialización, como se está observando en la campaña que estamos finalizando.
Los agricultores argentinos accedemos cada año a mejores tecnologías en todas las áreas. La biotecnología le ha dado al maíz un impulso sin precedentes, como así también los distintos materiales genéticos adaptados específicamente a cada ambiente, la siembra directa con su consecuente mejoramiento del balance de carbono de los suelos, las rotaciones con soja y trigo, el adecuado uso de la fertilización, la maquinaria agrícola de última tecnología y productos fitosanitarios cada vez más efectivos y amigables con el ambiente.
En el plano nacional las industrias que transforman al maíz necesitan que el área de siembra crezca, permitiéndoles así obtener la materia prima en forma fluida y con un menor costo de flete. La demanda interna por parte de la industria aviar y de la ganadería vacuna y porcina se mantiene a buen ritmo. La molienda húmeda sigue creciendo y la industria argentina de etanol ya es una realidad. Hay dos grandes plantas funcionando desde el año pasado y otras tres comenzarán a producir durante este año. Entre ellas demandaran más de un millón de toneladas anuales adicionales de maíz.
El mercado mundial también sigue creciendo y brindando grandes oportunidades para el maíz argentino y los múltiples productos de su transformación. Comienzan a aparecer nuevos jugadores de peso en el mercado como es el caso de China. Argentina es el segundo país que acordó el ingreso de maíz a ese país que va en camino de transformarse en uno de los principales demandantes. En las últimas semanas partió el primer barco completo con 63 mil toneladas de maíz, comprado por COFCO (China National Cereales, Oils and Foodstuffs).
La sustitución de las fuentes de energías fósiles por renovables y la mejora en la dieta de los países más pobres se está organizando a nivel mundial a partir de la cadena del maíz; prioritaria en las estrategias de desarrollo de los países por su capacidad para generar empleo, inversión, desarrollo regional y por las innumerables oportunidades de crecimiento y progreso que ofrece, tanto en las regiones que lo producen en gran cantidad, como Estados Unidos, China, la UE o Brasil, como en aquellos que deben importarlo para abastecer sus industrias, como Japón. Esto llevó al crecimiento sostenido del consumo mundial de maíz que hoy se observa. El USDA indica que en 2013 se alcanzará un consumo record de 928 millones de toneladas, casi duplicando al de hace solo veinte años.
En vista de todo ello, el potencial de crecimiento de la cadena no tiene límites. La Argentina dispone de las más modernas herramientas para maximizar la producción de maíz y transformarlo en múltiples productos cuya demanda crece exponencialmente. El mundo nos brinda una gran oportunidad para continuar el desarrollo armónico de la cadena de valor en su conjunto y los avances logrados en los últimos años fueron muchos. Sin embargo, es fundamental proseguir desarrollando estrategias y acciones, coordinadas y consensuadas entre los sectores privado y público, que permitan superar las distintas barreras que se interponen al desarrollo en todo su potencial de esta cadena de valor. Barreras que aun existen para el corto, mediano y largo plazo y que necesitan de políticas activas y claras para potenciar nuestros cultivos.
En este sentido, es clave revisar la presión fiscal a nivel provincial y nacional a la que está sometida la producción de maíz. Por su parte, el normal funcionamiento de los mercados, sin cuotificaciones que afecten la competencia entre los actores de la cadena, y la eliminación de los derechos de exportación aplicados al maíz y a sus productos derivados, es fundamental para lograr una importante expansión del cultivo, aumentando sensiblemente la generación de valor agregado y riqueza en el interior del país a través de su desarrollo en zonas de menor productividad. El combate contra la inflación es también un deber ineludible. La respuesta a las reglas claras y señales positivas sería inmediata y desataría el verdadero potencial productivo del maíz.