Autor: MIGUEL RAPELA – ASOCIACIÓN SEMILLEROS ARGENTINOS / Fecha: 25/01/15
La base científica de los híbridos modernos de maíz se remonta a hace más de 150 años y se entrelaza con la teoría de la evolución de Charles Darwin y los principios de la herencia descubiertos y descriptos por Gregor Mendel. Sin embargo no sería hasta entrado el siglo XX que un conjunto de teorías genéticas dispersas se concentraron en aplicaciones técnicas del mejoramiento vegetal y en este aspecto y para el caso de los híbridos de maíz, el trabajo realizado por George H. Shull fue fundamental.
Shull nació en 1874 en una chacra del Condado de Clark en Ohio, EEUU, y desde muy temprana edad mostraría una enorme atracción por la botánica y la incipiente ciencia de la genética. Se doctoró en la Universidad de Chicago a los 30 años, e inmediatamente ingresó como investigador a la Estación de Evolución Experimental de Cold Spring Harbor en Nueva York. Mientras la tendencia del mejoramiento vegetal de la época se basaba en la selección de variedades de polinización abierta, Shull enfocó su trabajo en una dirección radicalmente diferente. Sin ninguna conexión en los primeros tiempos con el rendimiento económico, empezó a autofecundar las poblaciones y a desarrollar líneas puras que eran sumamente débiles por la consiguiente endocría, pero genéticamente uniformes. Cuando cruzó esas líneas puras entre sí, no solo la progenie híbrida mostraba un vigor y rendimiento significativamente superior al de sus padres e incluso a la población original, sino que –y lo más importante- su comportamiento era predecible.
Shull publicó su trabajo en 1908 con el extraño título de “The composition of a field of maize” y un año después, en 1909, redactaría otro trabajo en el que describió con precisión la reducción del vigor por la endocría en maíz y la restauración del mismo por el cruzamiento, sentando las bases del “vigor híbrido”.
Al mismo tiempo que Shull, otro notable genetista, Edward M. East, estaba haciendo experimentos similares en el Connecticut State College. Pero, mientras que su investigación corroboraba los efectos deletéreos de la endogamia, no percibió el valor de cruzar las líneas puras. Cuando East leyó el trabajo escrito por Shull en 1908 le escribió una carta que contenía el siguiente párrafo: "Desde que leí su trabajo, estoy totalmente de acuerdo con su conclusión, pero me pregunto por qué he sido tan estúpido de no haber visto el hecho por mí mismo”.
Pero tanto Shull como East, no lograban imaginar de qué manera todos estos hallazgos podían concretarse en una idea capaz de alcanzar una escala industrial. Esto no logró ser resuelto hasta que otro genetista norteamericano, Donald F. Jones que trabajaba en la Connecticut Agricultural Experimental Station encontró la solución. Jones empezó su trabajo en 1914 y cuatro años después, en 1918, demostró que se podía llegar a aplicar el vigor híbrido en forma práctica en maíz mediante la construcción de híbridos dobles, es decir el producto del cruzamiento de dos híbridos simples y cuatro líneas puras. La productividad de los híbridos simples era la suficiente para llevar este esquema a la práctica y así el primer híbrido comercial de maíz –llamado “Burr-Leaming” fue lanzado por la propia Estación Experimental en 1920. Jones hizo todo este desarrollo casi en soledad ya que fue el único genetista de la Estación Experimental desde 1915 hasta 1921, pero su trabajo fue mundialmente reconocido llegando a ser el Presidente de la Sociedad Americana de Genética en 1935. Ese mismo año, la demanda de los productores norteamericanos por semilla híbrida de maíz superó por primera vez la oferta.
En Argentina la historia del maíz híbrido comenzó también en forma muy temprana, pero estuvo por muchos períodos afectada por los vaivenes políticos. En 1921 el entonces Ministro de Agricultura Tomás Le Breton contrató al genetista norteamericano Thomas Bregger, y este a su vez a los ingenieros agrónomos Raúl Ramella y Herminio Giordano. En 1926 estos profesionales ya tenían sembradas unas 1000 líneas en Pergamino y se efectuaron 8000 autofecundaciones. Sus experiencias ratificaban completamente los trabajos de Shull y el rendimiento de los híbridos experimentales de maíz superaba a las variedades de la zona. Bregger fue un precursor en muchos campos y el primero en darse cuenta también de la utilidad de la contraestación para acelerar el proceso de mejoramiento en colaboración con el fitotecnista norteamericano F.D. Richey.
Lamentablemente nadie percibió la importancia de estos trabajos y el contrato de Bregger con el Ministerio de Agricultura se anuló, por lo cual regresó a EE.UU. a fines de 1927. Sus asistentes locales, Ramella y Giordano, quedaron a cargo del material, pero prácticamente sin recursos.
Mientras esto sucedía, otro protagonista principal fue el Ing.Agr. Salomón Horovitz, nacido en Villaguay, Entre Ríos, el 12 de noviembre de 1897. Desde los inicios de su carrera profesional el interés de Horovitz fue claramente hacia la genética y el mejoramiento vegetal, iniciándose en esta tarea antes de 1926. A partir de 1929, pasó a dirigir el Instituto de Genética de la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la UBA, y durante 1931-32 recibió la beca Guggenheim que le permitió perfeccionarse en la Universidad de Cornell, EEUU. A su regreso al país y desde 1934 fue profesor de genética tanto para la carrera de Agronomía como para la de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA y desde 1938 a 1947 fue también profesor titular de Genética y Fitotecnia de la Facultad de Agronomía de la UNLP. y al mismo tiempo director del Instituto Fitotécnico de Santa Catalina para la misma Universidad. Horovitz trajo de los EEUU las ideas de la endocría y vigor híbrido y realizó los primeros desarrollos en Santa Catalina. Pero, los avatares políticos cortaron también todo aquel desarrollo científico, y Horovitz se tuvo que ir del país para radicarse en Venezuela.
Todas estas idas y vueltas afectaron directamente el desarrollo de la genética local para híbridos de maíz, la cual quedó atrasada en más de dos décadas respecto a EEUU. Recién en 1945 los ingenieros Antonio Marino y Tomás Luna, fitotecnistas que habían estudiado con Horovitz, desarrollaron y registraron los dos primeros híbridos dobles de maíz (Santa Fe No 2 y Santa Fe No 3), obtenidas en la Estación Experimental de Ángel Gallardo del gobierno de la provincia de Santa Fe. Poco tiempo después, en la Estación Experimental de Pergamino, Raúl Abalo y Juan Etchecopar obtuvieron el Pergamino 2, que alcanzó una gran difusión por su rendimiento y calidad de grano. El INTA recién sería creado en 1956 y a partir de allí y fuertemente basado en la Estación Experimental de Pergamino, la cantidad de híbridos de maíz inscriptos se incrementaría notablemente y, a partir de la década del 60, el desarrollo genético se centraría principalmente en la industria privada semillera tanto nacional como multinacional.
Hoy los híbridos de maíz en Argentina, independientemente si fueron obtenidos por compañías multinacionales o no, provienen fundamentalmente de la investigación y desarrollo realizados en el país y disponen de un rendimiento potencial comparable al de los mejores programas de fitomejoramiento del mundo. Los híbridos de maíz constituyen la frontera del desarrollo genético y fitotécnico en semillas y los productores argentinos disponen de una oferta de más de una decena de combinaciones biotecnológicas en centenares de plataformas genéticas diferentes en un incremento significativo de la biodiversidad.
Vaya aquí nuestro homenaje a aquellos pioneros que imaginaron, concibieron y lograron aplicar ciencia y tecnología en pos de un mundo con más alimentos.