Autor: Gastón Fernández Palma, Presidente de MAIZAR / Fecha: 25/01/15
MAIZAR se fundó hace aproximadamente doce años con la intención de reunir a todos los integrantes de la cadena del maíz y del sorgo en la Argentina. Observamos en ese momento que entre la mayoría de los sectores, a pesar de haber actividades de compraventa o de intercambio, no había diálogo. No había conversaciones comunes que llevaran a comprender cómo se podía contribuir al desarrollo del país, para que la Argentina pueda prosperar y generar más oportunidades para sus habitantes.
Por eso intentamos, a partir de las conversaciones y búsqueda de consensos, crear un ámbito de entendimiento apuntado a crear las condiciones y generar la confianza necesaria para que nuestro país se desarrolle a partir de la inversión y producción en cada eslabón de la cadena de valor, de forma tal que todos tengan posibilidades de crecer, desde las comunidades más pequeñas y alejadas del interior hasta las grandes ciudades. Sin embargo, notamos que no era fácil comprendernos entre nosotros.
De la misma forma, pretendimos desarrollar una capacidad de diálogo con los tomadores de decisiones, sobre todo con los públicos, con el objetivo de construir los caminos que lleven a la creación de valor en la cadena. Pero también encontramos dificultades. Además, hoy vemos que en la sociedad existe un debate y ciertos miedos en relación a las tecnologías de la agricultura moderna y que solo a partir del conocimiento los consumidores podrán valorar las tecnologías y las actividades productivas que desarrolla el sector agroalimentario.
El único instrumento que tiene MAIZAR para lograr sus objetivos es la comunicación. Comunicar viene del latín communicare, que significa “compartir algo, poner en común”. Por lo tanto, la comunicación es un fenómeno inherente a la relación que los seres vivos mantienen cuando se encuentran en grupo. El intercambio de mensajes debe permitir al individuo influir en los demás y a su vez ser influido.
Existen especialistas en comunicación y es parte de la comunidad agro alimentaria conocerlos, entenderlos y comprometerlos para un trabajo tan legítimo como necesario. En eso estamos, desorganizados pero estamos. Sabemos que lo hecho hasta ahora no ha sido todo lo eficiente que hubiéramos deseado. Según los conceptos del Dr. Gabriel Vénica, algunos miembros del sector interpretamos que “no sabemos comunicar”, que “no supimos comunicar”, o que “comunicamos mal”. Esto encubre dos supuestos erróneos: En primer lugar la creencia de que existe una realidad agraria que de ser conocida despertaría la adhesión de las masas urbanas. En segundo la falsa percepción de que está claro qué comunicar pero no se acierta el cómo comunicarlo.
¿Será más solidario con buena información el habitante medio de las grandes megalópolis y o de las ciudades más chicas, aún las insertas física y económicamente en el corazón de la Pampa productiva o de las economías regionales sin conexión con la realidad agraria cuyos intereses no comparte?. A la inversa, salvo pocas excepciones, ¿somos los integrantes del sector agroalimentario solidarios y conocedores de la realidad del resto de la población?. La gente en general entiende al otro, también al campo, desde sus paradigmas, intereses y necesidades y no le interesa entender mucho más. Ni le interesará. Sería tan raro como que a un productor normal le quite el sueño el sueldo de las enfermeras, de un empleado de comercio o de un profesor universitario. El problema radica en que los representantes gremiales y las asociaciones técnicas y de cadena del sector, no tenemos un diagnóstico común y unificado. Además, no hay consenso sobre las políticas a reclamar y se desprecia la interacción público–privada. Esto es lo que el público ve y escucha.
Desde MAIZAR entendimos como cadena de valor, que hoy la sociedad fija la vista sobre nosotros en tres puntos, que consideramos un buen punto de inicio para comunicarnos. El primero es demostrar que estamos en condiciones de producir alimentos sanos de calidad y a precios competitivos. El segundo es garantizar que esta producción no afectará la salud humana y el ambiente a través de los agro insumos, hábilmente presentado por los pseudoambientalistas y políticos dogmatizados, como “agrotóxicos”. Y el tercero es asegurar que herramientas notables como la biotecnología, que es la ingeniería dirigida sobre los fenómenos que la evolución natural concreta desde que nació el mundo, no implicará mutaciones sobre nuestros genomas ni sobre la biología global.
Solo a partir del conocimiento los consumidores podrán valorar las tecnologías y las actividades productivas que desarrolla el sector agroalimentario. Es clave hacerle comprender al público general el gran esfuerzo que se hace desde lo científico y lo productivo para lograr que los cultivos y alimentos derivados sean cada vez de mejor calidad, con menor impacto y riesgos ambientales y para la salud. Por ello, avanzamos en la cadena invitando a participar de nuestros Congresos a un ambientalista ex anti O.G.M, como fue la virtuosa visita de Mark Lynas el año pasado, o al Dr. José Miguel Mulet este año, biotecnólogo de la Universidad de Valencia, sumado a las disertaciones abiertas al público en general, con la participación de oncólogos, médicos toxicólogos y bioquímicos que trabajan sobre el tema. También existen otras personas a las que debemos dirigir nuestra comunicación: formadores de políticas públicas y privadas, funcionarios, docentes, investigadores y una interminable lista.
La tecnología agroalimentaria tiene una gran cantidad de fortalezas que no estamos defendiendo adecuadamente. Estamos convencidos que es fundamental mejorar el diálogo y mostrar a toda la sociedad cómo fue, es y será posible proveer de alimentos, no solo a la ciudadanos de nuestro país, sino a gran parte de los habitantes del planeta, sin comprometer la sostenibilidad ambiental y a la vez generando empleo y desarrollo regional.
Con este fin dirigimos una amplia convocatoria a todos los miembros de la comunidad agro alimentaria a volcar en un gran tanque de pensamiento las mejores ideas, despojándonos de nuestro natural egocentrismo, para que de común acuerdo elijamos a los comunicadores adecuados, sosteniéndolos con nuestro apoyo técnico y económico. El potencial solo podrá alcanzarse a partir del compromiso con una estrategia común que permita superar las barreras al desarrollo en el corto, mediano y largo plazo. Empecemos ya la tarea.