Autor: Ramiro Costa / María Eugenia Steglich Pera, Instituto de Estudios Económicos. Bolsa de Cereales / Fecha: 25/01/15
El maíz es uno de los cereales más importantes del mundo dado que constituye un insumo clave para el desarrollo de varias industrias. En la actualidad, el consumo del mismo viene en continuo ascenso producto del crecimiento de la población mundial, de la mejora en el poder adquisitivo que impacta directamente sobre la demanda de energía y alimentos y del aumento rápido de nuevas energías, como ser, los biocombustibles.
Argentina, se encuentra entre los principales productores de maíz del mundo, por ende las oportunidades mundiales que se presentan nos son relevantes. No obstante, la realidad del país parecería no aprovecharlas. Para poner algunos números que detallen la situación se puede apreciar que el área sembrada si bien se ha incrementado en las últimas campañas, alcanzando las 3,4 millones de hectáreas en la 2014/2015, tuvo un incremento por debajo del nivel potencial del cultivo. A esto se le suma la desmejora de los esquemas de rotación producto de la reducción de la relación cereales/oleaginosas. En la campaña 2000/2001 la proporción era 44% cereales - 56% oleaginosas, para pasar a ser 30% - 70% en la última campaña.
Este fenómeno fue de carácter local, dado que las hectáreas sembradas en Brasil, Paraguay y Uruguay han aumentado, en términos generales, para el mismo período de tiempo. Esto comportamiento diferencial puede deberse a la gran presión fiscal que enfrenta el sector agropecuario en Argentina y a las restricciones al comercio exterior, dentro de las que se destacan los derechos de exportación, cupos y ROEs para la exportación.
Asimismo, Argentina perdió competitividad y participación en los mercados internacionales. En términos comparativos, Argentina pasó a ubicarse en el puesto 53 de 60 países que exportan más de 5 mil millones de dólares por año en productos agropecuarios para el período 2008-2013. Asimismo, el país no forma parte de ninguno de los tratados para reforzar los lazos entre las economías, los cuales han sido firmados por los principales jugadores del mercado mundial. Esto implica la potencial pérdida de mercados por preferencias arancelarias (de aquellos países que si participan en los mismos), y mayores costos ya que los productos argentinos enfrentaran barreras más altas de acceso a sus mercados. Entre algunos acuerdos se destacan: el Acuerdo Transpacífico (TPP), el Acuerdo Transatlántico entre EE.UU. y la UE (TTIP), el Acuerdo de libre comercio entre la UE y Japón y la Asociación Económica Integral Regional (RCEP).
En lo que refiere al mercado interno, se puede apreciar como el empeoramiento de la situación económica y, concretamente, las dificultades comerciales que presenta la producción del cereal han resultado en una merma en la operatoria en los mercados a término, reduciéndose de este modo las herramientas con las que cuentan los actores económicos del sector para gestionar su riesgo lo cual afecta de manera negativa el proceso de toma de decisiones.
En términos microeconómicos, los resultados de los productores de maíz se han complicado con el paso del tiempo. De acuerdo a Instituto Nacional de Tecnología Agropecuario (INTA), los mismos son negativos, aún en las zonas núcleo. Esto es consecuencia al descenso del precio del cereal. El precio FOB puertos argentinos del maíz cayó desde enero del 2013 a enero 2015 más de US$ 100. Por otro lado en los últimos dos años, los costos en pesos (gastos de estructura y fletes, entre otros) se han incrementado notablemente por efecto de la inflación.
Como consecuencia de lo anterior, en términos tecnológicos, y de acuerdo al último Relevamiento de Tecnología Agrícola Aplicada realizado por la Bolsa de Cereales, en la campaña 2012/2013 se dio un descenso de 10pp del nivel de tecnología alto aplicado en él.
La economía argentina en general y el sector agroindustrial en particular están atravesando una situación complicada por cuestiones de políticas internas, entre las que se destacan: alta presión fiscal, mercados intervenidos, precios distorsionados, falta de reglas de juego claras que fomenten la inversión, entre otros.
No obstante, los precios internacionales continúan cayendo aunque siguen siendo competitivos a nivel global. Es por ello que de modificarse las políticas agropecuarias actuales, el campo podría estar en condiciones de volver a ser una fuente de crecimiento y desarrollo sustentable, generando mayor nivel de actividad, empleo y divisas. Es así que Argentina podría duplicar su tasa de crecimiento en los próximos 10 años, volviendo a ocupar una posición clave en los mercados internacionales, constituyéndose nuevamente como un gran productor y exportador, favoreciendo a nuestro país y contribuyendo a la seguridad alimentaria global.