Autor: Asociación Semilleros Argentinos / Fecha: 25/01/16
Hace 18 años, cuando los primeros maíces Bt llegaron al mercado, permitieron reducir las pérdidas ocasionadas por dos problemas importantes en la zona maicera, gracias al control eficaz del daño causado por el barrenador del tallo Diatraea saccharalis, y a la supresión parcial del daño de otras plagas, como el gusano cogollero Spodoptera frugiperda y la oruga de la espiga Helicoverpa zea. Esto incrementó la rentabilidad del cultivo, aumentando los rendimientos y mejorando la calidad del grano, con menor contenido de aflatoxinas. Además, flexibilizó las fechas de siembra y permitió la expansión del cultivo hacia el norte del país, donde la presión de plagas lo dificultaba.
Los primeros materiales contenían una sola proteína para controlar el barrenador del tallo. Luego se lanzó otro material simple que, mediante una nueva proteína, permitió el control de gusano cogollero, la plaga más importante en el norte del país.
En los años siguientes, mediante el apilado de tecnologías, se lograron productos con más de una proteína para protección contra estas plagas y se incorporó la tolerancia a herbicidas, otra herramienta de la biotecnología que facilitó el manejo de las malezas. En la última campaña, cerca del 71% del maíz transgénico sembrado en el país correspondió a eventos apilados de dos o más proteínas insecticidas y tolerancia a herbicida.
Para un manejo sustentable de los maíces Bt, las buenas prácticas indican el uso del refugio, que consiste en la siembra de un bloque de maíz no Bt, equivalente al 10% de la superficie sembrada con maíz Bt. Desde hace dos campañas, en zonas de baja presión de gusano cogollero, los productores pueden optar por la siembra de maíces con refugio integrado (refugio en bolsa).
A pesar de esta disponibilidad tecnológica, la adopción de la siembra de refugio no tuvo la difusión deseada. Es muy probable que esto haya sido una causa, si no la principal, de que en la campaña 2012/2013 se detectara resistencia del barrenador del tallo a algunos eventos en una zona del norte de San Luis. Esto impulsó el trabajo conjunto de la industria, a través de la Asociación de Semilleros Argentinos (ASA), con organismos públicos como SENASA, INASE y la Dirección de Biotecnología del Ministerio de Agricultura, para diseñar, implementar y hacer seguimiento de un plan de mitigación de la resistencia, que no ha salido de esa región. Proactivamente, la industria decidió no realizar producción de semilla en el área, para evitar el riesgo de extender la resistencia a la zona núcleo, restricción que mantiene hasta la actualidad.
En la campaña 2013/2014 se sumó la resistencia a cogollero, que, a diferencia del caso anterior, había sido detectada en otros países y actualmente se encuentra extendida en gran parte del país.
Por todo esto, ASA y la industria semillera promueven la adopción de buenas prácticas de manejo del cultivo y el manejo integrado de plagas, entre las que la siembra de refugio es un pilar fundamental.
Para la campaña 2017/18, las desarrolladoras y licenciatarias de tecnología Bt asociadas en ASA acordaron un plan con el objetivo de incrementar la adopción de refugio y las buenas prácticas de manejo para concientizar sobre la problemática y su impacto en los rendimientos, costos, etc.
Para lograrlo, las empresas se comprometieron a:
La resistencia de insectos es un fenómeno natural y no puede evitarse, pero disponemos de estrategias para retrasarla. Estas deben ser eficientemente llevadas a cabo desde la producción de semillas, pasando por la distribución y venta, hasta la siembra y monitoreo en campo. Cuidar las tecnologías es responsabilidad de todos.