Autor: MAIZAR / Fecha: 26/01/14
Alianzas para el desarrollo
En los últimos años el escenario internacional viene siendo muy favorable. El contexto de gran demanda de energía y alimentos, a partir de la incorporación de millones de personas a la clase media, viene otorgando grandes posibilidades para el desarrollo. No obstante, el mercado mundial, tanto en los aspectos públicos como en lo privado, plantea necesidades cada vez más complejas. Por lo tanto, para poder aprovechar las oportunidades, es fundamental estar correctamente preparados, capacitados y organizados.
En el sector agroalimentario o agroindustrial, otros países de la región y del resto del mundo pudieron aprovechar el contexto mejor que la Argentina. Así, nuestro país en pocos años pasó del 4to lugar como exportador de carne vacuna al 12avo y de ser el principal proveedor de trigo de Brasil a ser un pequeño proveedor. En muchas otras áreas también sucedieron hechos similares. Sin embargo, hubo sectores que pudieron capturar al menos una parte de dicha oportunidad, venimos de dos años consecutivos en que las exportaciones de maíz alcanzan niveles record, las exportaciones del sector avícola mostraron un gran crecimiento y se desarrolló la industria de etanol y biogás a partir de maíz en la Argentina.
Los países que capturaron las oportunidades tienen muy bien organizadas sus cadenas de valor. En contraste, nosotros aún no hemos logrado desarrollar la coordinación y organización necesarias. En Maizar tenemos como objetivo primario la consolidación y unificación de todos los actores que integran la cadena del maíz y del sorgo, desde la tecnología del cultivo y su producción como grano hasta su industrialización más tecnificada. Es clave contar con la dedicación y el compromiso de todos los sectores para fijar metas comunes que sean la base de nuestros planes de acción. Nuestra estrategia basada en relaciones nos permite alcanzar una visión integradora y accionar sobre la base de una perspectiva compartida por todos los actores internos y externos comprometidos con el desarrollo.
La actividad más desafiante en la actualidad para promover el desarrollo de la cadena del maíz y del sorgo está en potenciar la comunicación y generar puntos de contacto e interacción, entre quienes compiten en un mismo eslabón, entre eslabones, y con el sector público. La capacidad de escuchar y expresar crea un espacio de negociación indispensable para el entendimiento de los intereses y las necesidades del otro y es fundamental para crear confianza y fomentar un espíritu emprendedor que lleve a la búsqueda incesante de competitividad a través del aprendizaje continuo.
Además de organizar internamente las cadenas de valor es ineludible forjar alianzas a nivel internacional. En la Argentina comienzan a verse ciertas iniciativas, como la que viene desarrollando el Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), creando grupos de trabajo en los países del Sur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay) para encontrar los caminos necesarios para afrontar el desafío de la seguridad alimentaria y la sostenibilidad de los recursos naturales, mejorando los niveles de ingresos y creando empleo en los países en desarrollo.
Otro trabajo que contribuye a posicionar al sector agroalimentario argentino en un escenario global definitivamente marcado por los desafíos de la sustentabilidad es “Visión Agrosustentable al 2050” del Consejo Empresario Argentino para el Desarrollo Sostenible (CEADS), alineado con el del World Business for Sustainable Development (WBCSD). El trabajo propone alcanzar la sustentabilidad hacia el año 2050, en un mundo en el que 9 mil millones de personas viven bien, a través de los siguientes elementos clave: Agricultura intensiva en conocimiento, ecosistemas agrícolas sustentables, huella ecológica, seguridad alimentaria, desarrollo humano y beneficios reales.
En esta misma dirección, en Maizar este año formalizamos la creación de la Alianza Internacional de Maíz, llamada “MAIZALL” junto a los principales actores del mundo vinculados con el maíz de Brasil y Estados Unidos (Abramilho, National Corn Growers Association y US Grains Council), con el objetivo de transmitir a la población urbana la importancia de la agricultura moderna (ingeniería, siembra directa, agricultura de precisión, biotecnología, semillas, tratamiento de semillas, fertilizantes, fitosanitarios, maquinaria agrícola, etc.), entendiendo que es el camino que va a permitir abastecer la creciente demanda que se prevé para los próximos años y al mismo tiempo mejorar los ecosistemas agrícolas y la calidad de los productos que recibe el consumidor.
El desafío del mundo actual está en mantener e incrementar el desarrollo económico y social. Es necesario incorporar a miles de millones de personas que todavía están en situación de pobreza, hambre o acceso inadecuado a alimentos o energía. Vemos que los países más avanzados, a partir de la crisis financiera del año 2009, se están replanteando su propio desarrollo económico.
En este contexto, la bioeconomía adquiere una relevancia creciente como una nueva forma de emprender el desarrollo. La oportunidad se encuentra a partir de un nuevo conjunto de tecnologías que promuevan el uso sostenible de los recursos y alejen a las demandas del ser humano de los recursos no renovables. La bioeconomía tiene como base a cuatro tecnologías muy vinculadas con la producción agropecuaria, que son la biotecnología, la genómica, la nanotecnología y la tecnología de la información, todas ellas dispuestas para lograr un mayor aprovechamiento de la base de recursos naturales disponibles para la agricultura y la industria.
Nuestro país está en una posición particularmente ventajosa tanto para contribuir como para beneficiarse de la bioeconomía emergente. Es bien conocida nuestra inmensa riqueza en recursos naturales –particularmente, tierra, agua y biodiversidad- de creciente valor estratégico para un mundo que hace un mayor uso de los recursos y procesos biológicos como base para sus actividades. Además, somos un reconocido y eficiente productor de biomasa de diversos tipos y tenemos una importante experiencia en cuanto a la utilización de las nuevas biotecnologías en los procesos productivos, que nos han representado importantes beneficios económicos, sociales y ambientales.
La producción agroindustrial moderna tiene una gran capacidad para resolver ciertos problemas sociales como la falta de empleo. Pero también ha evolucionado hacia un mejor cuidado del ambiente, disminuyendo las emisiones de gases de efecto invernadero o utilizando productos con menor impacto ambiental. Mirando el futuro no cabe duda que la bioeconomía será una opción cada vez más relevante para enfrentar los desafíos que se anticipan y la Argentina está en camino de ser un actor importante.
En conclusión, la clave para nuestro país y para los profesionales de nuestro sector está en enfocarnos en el desarrollo de una estrategia, una estructura y una cultura para nuestras cadenas de valor. Para seguir creciendo sosteniblemente es indispensable generar alianzas entre todos los involucrados y comenzar a trabajar conjuntamente. A través de nuestras entidades o asociaciones debemos lograr la mejor interacción posible con las agencias gubernamentales y los cuerpos legislativos del país y del mundo. En conjunto tenemos que derribar las barreras internacionales y desarrollar alianzas y estrategias entre los sectores productivos para poder continuar avanzando con el desarrollo tecnológico, que es el único camino para producir más con menos. La oportunidad que nos muestra el futuro es enorme y también lo es la dificultad para poder aprovecharla.