“Si no hay mercados, la bioeconomía quedará en un power point”
Autor: Congreso MAIZAR 2018 / Fecha: 28/05/18
La Argentina está pasando de la agroindustria a la bioindustria: lo que antes eran residuos hoy es materia prima energética, y con maíz se hacen desde pañales hasta pegamento de libros. Pero ese mundo nuevo precisa condiciones para desarrollarse.
Sobre lo que hay y lo que falta debatieron Andrés Murchison, secretario de
Alimentos y Bioeconomía del Ministerio de Agroindustria; Roberto Bisang,
profesor de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA y Ramiro Costa,
subdirector ejecutivo de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, moderados
por un precursor en estos temas, Eduardo Trigo, en el Congreso Maizar 2018
“La bioeconomía no es solo el futuro; es algo que ya está ocurriendo, como
vemos en las localidades maiceras”, dijo el experto Eduardo Trigo, director
de Grupo CEO y moderador del panel Oportunidades en la bioeconomía, en el
Congreso Maizar 2018.
Para Andrés Murchison, secretario de Alimentos y Bioeconomía del Ministerio
de Agroindustria, hay una definición de bioeconomía, pero, “en realidad, es
una nueva forma de organizar la producción industrial, cimentada en lo
local y la economía circular”. En ella, a partir de una producción
primaria, se generan alimentos, energía, materiales e insumos para otras
industrias, “incluyendo el concepto de producción sustentable, capturando
carbono y reemplazando combustibles fósiles”.
Murchison enfatizó que se trata de producciones con mayor valor agregado,
cuyos pilares son la transformación en origen, el desarrollo y empleo
local, las bioenergías distribuidas y los nuevos procesos biotecnológicos.
“En la Argentina hay muchísima biomasa para transformar. Tenemos una gran
oportunidad, y desde el Ministerio de Agroindustria estamos trabajando en
una política en bioeconomía, con diversos programas y mucho para trabajar:
hace falta medir el impacto, en lo social, ambiental y económico, y estamos
haciéndolo”.
“Tenemos recursos naturales , biomasa, conocimiento científico y
tecnológico, desarrollo de biotecnología: estamos trabajando en una
plataforma de crecimiento basada en lo que sabemos hacer”, coincidió Ramiro
Costa, subdirector ejecutivo de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires.
“Hay que producir más y mejor cuidando el medio ambiente: si seguimos
produciendo como hasta ahora, estamos llegando a límites en disponibilidad
de tierra, agua dulce y combustibles fósiles”, agregó, y destacó que los
países desarrollados tienen estrategias en bioeconomía, pero la Argentina
no está llegando tarde como en otros ámbitos, sino “bastante a tiempo
respecto de su desarrollo en el mundo”.
Sin embargo, Costa hizo hincapié en que los nuevos negocios que se generan
en la bioeconomía tienen nuevos desafíos: “Tiene que haber una señal de
mercado para que aparezcan los precios; se va a requerir que ese sea el
factor ordenador, el que dé comienzo, con marcos regulatorios adecuados que
generen ambiente y tener acceso a bienes y servicios”.
El economista dijo que “lo que antes eran residuos, ahora se llaman
subproductos y generan energía. El maíz, que es uno de los cereales con más
capacidad de ser procesado, abre un campo de posibilidades para
profesionales jóvenes, para producir no solo alimento o energía, sino un
abanico que va desde pegamento de fuegos artificiales o libros, o crayones,
hasta pañales o recubrimiento de medicamentos”.
Para que ellos suceda, recalcó, se van a requerir nuevos empleos,
infraestructura, diseño de políticas públicas y marcos regulatorios y
acceso a tecnología.
“Estamos pasando del agro a la bioeconomía. Cambió la oferta y es muy
difícil que se replique lo que pasó en los últimos 20 años, con el desmonte
y la incorporación de hectáreas baratas a la agricultura”, dijo el
economista Roberto Bisang, encargado del próximo Censo Nacional
Agropecuario. “Del lado de la demanda también hay cambios, con límites a
los combustibles fósiles, aparición de biomateriales, con el maíz a la
cabeza, y el ingreso de los nutracéuticos y probióticos en alimentos”.
“La bioeconomía le da a la Argentina capacidad para reindustrializarse; hay
que apuntar a agregar más valor en vez de sumar hectáreas. Claro que si no
hay mercados, esto queda en un power point”.
“¿Cómo se arman los mercados? Es una pregunta clave para la bioeconomía”,
señaló. Por el lado del sector privado, dijo, los mercados de granos están
formados, mientras las estrategias están en industrializar en cascada,
transformar biomasa en energías, granos en carnes y subproductos, “pero
aguas abajo no está tan claro”.
“Por el lado de la política pública, hace falta construir los fundamentos
del mercado”: derechos de propiedad sobre seres vivos, normas y estándares
para productos, procesos, seguridad y cuidado ambiental y revisando las
condiciones de competencia de los mercados, reevaluando los sistemas de
promoción previos, así como construyendo infraestructura.
“Ya no estamos en la agroindustria del siglo XX sino en la bioindustria del
siglo XXI. Con el censo esperamos saber más de la industrialización en el
campo, más allá de las grandes inversiones. La cantidad de información que
se necesita es vital para la infraestructura de negocios. Estamos en un
sitio en construcción en donde las políticas empiezan a pensarse”.