Estudian lograr maíces con mayor producción de etanol

Autor: Congreso MAIZAR 2018 / Fecha: 05/06/18

Los numerosísimos destinos que tiene el maíz, como elaboración de diversos alimentos, energía, bioinsumos, bioplásticos y fibras textiles, impulsan aguas arriba investigaciones muy específicas en la genética de las semillas. Sobre algunos de esos desarrollos de valor agregado trató el panel Calidad industrial en el Congreso Maizar 2018, del que participaron los especialistas del INTA Guillermo Eyherabide, Juan Balbín, Alfredo Cirilo y Mariana Alegre.

Desde la genética aplicada al mejoramiento del cultivo es posible conciliar intereses y lograr rendimientos elevados y estables de granos, materias primas más adecuadas que abaraten los costos de procesamiento y posibiliten la innovación en productos, y materiales que sean inocuos y beneficiosos para la salud humana, dijo Guillermo Eyherabide, coordinador del Programa Nacional Cereales y Oleaginosos del INTA y profesor titular de la UNNOBA. El experto compartió el panel Calidad industrial en maíz y sorgo con dos investigadores del INTA pergamino, Alfredo Cirilo, coordinador nacional de la Red de Ecofisiología Vegetal, y Mariana Alegre, investigadora de Cereales y Agregado de Valor, moderados por Juan Balbín, presidente del INTA.

“Existe variabilidad suficiente en la composición química y las propiedades físicas del grano de maíz como para explicar sus crecientes aplicaciones en la generación de energía y, por supuesto, en las industrias agroalimentaria y no alimentaria”, aseguró Eyherabide. Dependiendo de los productos y características requeridas, se dispone de un menú de métodos y recursos para el mejoramiento genético, ya sea convencional, molecular o con combinaciones de ambas estrategias.

Los últimos logros en tecnología industrial agregan nuevas aplicaciones a los almidones con características estructurales diferenciadas extraídos de variedades de maíz portadoras de mutantes naturales. Un ejemplo es el híbrido waxy, un maíz no-OGM en el que los dos parentales tienen un gen introducido por retrocruzamiento que modifica la estructura del almidón del grano incrementando la amilopectina, que se utiliza principalmente como espesante de alimentos preparados (salsas, sopas, postres lácteos, etcétera), además de permitir una mayor digestibilidad al ganado lechero y porcinos.

Por otra parte, el creciente interés por el consumo de alimentos más saludables abre espacio para el desarrollo de maíces con mayor aptitud nutracéutica. Un ejemplo de ello es la reciente inscripción de un cultivar híbrido especialmente destinado a la producción de un aceite de maíz, co-producto de la molienda, que tiene un contenido 80% superior de ácido graso omega-9, beneficioso para la salud cardiovascular.

En el plano energético, Eyherabide señaló que la industria de biocombustibles líquidos emplea granos de maíz obtenidos de híbridos que fueron seleccionados por su alta productividad por hectárea y tolerancia a factores de estrés, pero que, hasta ahora, “no se habían seleccionado específicamente para usos energéticos”, cuando las características composicionales del grano pueden modificar la cantidad de etanol obtenible por kilo de grano.

“Hay variabilidad genética respecto de los componentes de los órganos de la planta que se transforman para convertirse en etanol”, especificó el experto. Y aseguró que “toda esa variabilidad genética podría aprovecharse para producir híbridos especialmente desarrollados para el mercado de biocombustibles líquidos”.

En tanto, Mariana Alegre indicó que la industria argentina elaboradora de etanol en base a maíz debió incrementar su eficiencia productiva a partir de 2016, dado que el Decreto 543/16 estableció que el abastecimiento de etanol para corte obligatorio de naftas del 12% en el mercado interno debe realizarse procurando que el 50% provenga de caña de azúcar y el 50% de maíz, cuando el etanol maicero superaba la mitad de dicho mercado.

En ese marco, el INTA Pergamino llevó a cabo evaluaciones en las que se determinó que la asociación entre rendimiento de etanol y porcentaje de almidón es positiva, aunque se modifica dependiendo del contenido proteico del grano. También detectó que la asociación entre rendimiento de etanol y contenido de proteína es negativa.

“Puede deducirse que existe un efecto probable de la interacción entre la matriz proteica y los gránulos de almidón sobre la accesibilidad enzimática que afectaría el rendimiento de bioetanol”, señaló Alegre.

En tanto, Alfredo Cirilo se refirió al maíz flint argentino (“colorado”), que tiene un mercado con sobreprecio en la industria de molienda seca de la UE para la fabricación de copos de maíz, aunque para acceder se requiere el Certificado Argentino de Calidad que extiende el Senasa, con requisitos muy específicos.

Aunque a fin del siglo pasado sólo unos pocos híbridos se encuadraban todavía dentro de ese tipo de grano, con pocas posibilidades de competir en productividad, y ello desalentó su siembra, Cirilo indicó que en los últimos años aparecieron en el mercado local híbridos modernos de maíz flint que compiten satisfactoriamente en rendimiento y capaces de adecuarse a aquellos requerimientos, aunque en ocasiones su calidad puede resultar insuficiente.

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