Autor: Guillaumet, Balbín y Trucillo / Fecha: 29/05/24
Con genética y manejo, la Argentina puede triplicar los rindes de sorgo y superar los 10.000 kilos por hectárea
En el panel “Sorgo, rompiendo paradigmas”, se expuso cómo se puede superar con creces el rendimiento promedio nacional de este cultivo, que hoy se ubica en 3.500 kilos por hectárea. Lisandro Guillaumet , breeder de sorgo de Advanta Semillas, y Juan Balbin , productor agropecuario de General Villegas, presentaron casos en los que los rindes superaron los 14.000 kilos por hectárea, en un panel moderado por Vicente Trucillo, breeder de RAGT Tobin, en el Congreso Maizar 2024.
En la campaña 2023/24, hubo productores de sorgo que lograron rendimientos muy altos, algunos casi cuadruplicando la media nacional. En la zona de Laspiur, Córdoba, se obtuvieron 9.700 kilos por hectárea (kg/ha), y en Alta Gracia, de 11.500, bastante por encima de los 3.500 kg/ha en los que se ubica la media nacional. En la zona núcleo, un productor de Armstrong obtuvo 10.800 kg/ha; en General Gelly, se alcanzaron 10.000, y en Vicuña Mackenna 14.700 kg/ha.
El aporte de la genética, la tecnología y el manejo para lograr el éxito del cultivo y así su expansión en la Argentina fueron los ejes del panel “Sorgo: rompiendo paradigmas”, que tuvo lugar sobre el cierre del Congreso Maizar 2024. Fue moderado por Vicente Trucillo, breederde sorgo de la compañía RAGT Tobin, que se encargó de presentar los rendimientos de la campaña 2023/24: “Los valores de la realidad, no de una investigación ni de una parcelita”, subrayó.
Lisandro Guillaumet, breederde sorgo en Advanta Semillas, resaltó la ganancia genética lograda en los últimos años. Un estudio sobre 39 materiales lanzados por la compañía entre 1984 y 2021 reveló que “es un cultivo que rinde, aunque hay que acompañarlo con tecnología”.
Guillaumet contó que pudieron realizar una estimación de brecha de rendimientos que permitió observar una ganancia genética de 38,5 kilos por hectárea por año en los 37 años analizados . “Es un resultado más que bueno para el cultivo”, subrayó. Pero aclaró que el grueso de esta ganancia se concentra en los últimos cinco años, período en el que presenta una ganancia promedio de 70 kilos por año.
“El cultivo adoptó mucha tecnología. No es sólo el rendimiento, también son las características agronómicas que están asociadas a cada uno de estos nuevos materiales, en términos de nuevas tolerancias o resistencia a herbicidas. Es un punto importante que nos permite avanzar en esas ganancias”, detalló.
Según contó, el sorgo es un cultivo en el que se está invirtiendo mucho, y hay herramientas que permiten avanzar en el progreso genético, lo que podría hacer crecer la ganancia anual.
Juan Balbín, productor agropecuario de General Villegas y el sur de Córdoba, se mostró confiado en que el sorgo crezca, pero no como un parche, como ocurrirá este año por el problema de la chicharrita, que hará que algunos productores elijan sembrarlo en lugar de maíz en las zonas afectadas: “Tiene que crecer per se, no como una salida al problema de otro cultivo”.
El ex presidente del INTA y de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (Aacrea) indicó que “el sorgo se complejizó y evolucionó, y “hoy es un cultivo que requiere una atención igual que la soja y mucho más que el maíz”. En este sentido, especificó: “Los monitoreos que hacemos en sorgo no son ni siquiera semanales: hacemos un seguimiento cada cinco días en la época crítica del pulgón”, y llamó a “tomar en serio” al sorgo.
Balbín contó cómo trabajan en suelos thapto, en la zona de Villegas, en la famosa cuenca de La Picasa que estuvo inundada muchos años. “El suelo thapto es muy especial, cambia en 10 o 50 metros. Nos dimos cuenta de que en estos suelos la soja ya no iba más. Probamos maíz de segunda, pero vimos que, a diferencia del sorgo, si en el momento de floración no teníamos lluvia, entrábamos en crisis”, describió. En cambio, el sorgo tiene la capacidad de demorar entre 30 y 40 días la floración, y tiene mucha mayor capacidad de absorber agua.
Una ventaja en estos suelos es que no retienen más de 60 o 70 milímetros de agua, pero son agrícolas. Allí, dijo, realizan sorgo-girasol, sin rotación porque, por ejemplo, la vicia se queda sin agua a fines de agosto-septiembre, y después entrega el suelo tarde.
El concepto clave, explicó, es trabajar al sorgo como si fuera un maíz: cultivo limpio desde el primer día, barbechos largos. Apuntó que hay “algunos inconvenientes de control de malezas en girasol por el enorme rastrojo que tiene la cobertura de sorgo”. La rentabilidad la miden en un conjunto, girasol-sorgo.
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